¿Te gusta bailar salsa? Necesitas ir a Cuba (te explicamos por qué)
Si sientes que la salsa es más que un simple baile —una forma de expresión, una energía que te recorre el cuerpo, una conexión auténtica con quienes comparten pista contigo—, entonces hay un destino que no puede faltar en tu vida: Cuba.
Cuba no es solo la cuna de la salsa. Es su corazón palpitante.
La salsa se originó inicialmente en Cuba, a finales de los años 50, en concreto en los casinos deportivos de la Habana, y por ello, recibió el nombre inicial de Casino.
Surgió como una forma de bailar el son, el mambo y el cha-cha-chá (géneros musicales que también nacieron en la isla), donde las parejas incorporaron giros, cambios de dirección y movimientos más fluidos.
El casino se expandió por toda Cuba y cruzó fronteras hasta llegar a Estados Unidos, donde se añadieron nuevos instrumentos presentes en géneros musicales autóctonos como es el jazz, y fue allí donde se le dio el nombre comercial de “Salsa”, para representar la mezcla de ingredientes.
En cada región la salsa fue evolucionando y por eso, surgieron los diferentes estilos que se conocen hoy en día (cubana, caleña, Nueva York, Puerto Rico…), pero no podemos olvidarnos que la raices más profundas están en Cuba.
Así mismo, como el baile está en evolución constante, en Cuba el casino también ha ido incorporando elementos afrocubanos, generando lo que hoy día se conoce como Timba, que es lo que mayoritariamente se baila en los sociales y congresos.
Bailar en Cuba es otra dimensión.
Aquí no se baila por técnica, se baila por necesidad. Porque la música está en las calles, en las casas, en las esquinas. Porque el ritmo no se aprende, se vive. Desde un niño improvisando pasos en un portal hasta una pareja mayor bailando en la plaza, todo en Cuba respira movimiento.
Conexión real, sin filtros
En Cuba no importa si sabes diez figuras o solo dos pasos básicos. Lo que importa es que sientas la música y compartas ese sentir. Bailar allí te enseña a escuchar de verdad, a soltar el control, a disfrutar del momento con quien tienes enfrente.
Una escuela viva de musicalidad, sabor y cultura.
Viajar a Cuba siendo salsero o salsera es sumergirse en la fuente. Aquí puedes aprender no solo pasos, sino historia, cadencia, cuerpo, y sobre todo, alma. Cada timbal, cada clave, cada paso tiene un porqué, y descubrirlo transforma tu baile.
¿Y si además lo vives con un grupo que comparte tu pasión?
Eso es justo lo que hacemos en Dance Travelling: crear experiencias auténticas donde viajar y bailar se convierten en una sola cosa. No es turismo. Es inmersión. Es volver diferente.
Así que si la salsa ya ha cambiado tu vida… imagina lo que puede hacer por ti un viaje a Cuba.
¿Te animas a vivirlo con nosotros?
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